domingo, 27 de diciembre de 2009

Una apología a la caridad

Aunque hable las lenguas de los hombres y los ángeles,
si no tengo amor, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.
Aunque tenga el don de la profecía, y conozca todos los misterios y toda la ciencia;
aunque tenga plenitud de fe como para mover montañas,
si no tengo amor, nada soy.
Aunque reparta todos mis bienes, y entregue mi cuerpo a las llamas,
si no tengo amor, nada me aprovecha.

El amor es paciente, es amable;
el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe;
es decoroso, no busca interés propio;
no se irrita, no toma en cuenta el mal;
se alegra con la verdad.
Todo lo perdona. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.

El amor no acaba nunca.
Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia.


1 Co 13, 1-8


P.S: Gracias

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